XXII
Descortezando tu aventura, noche
blanca interior, alcánzome en la alondra
que te vive mi sueño, más dormida
que la obsesión de alberca de una espalda.
Fuera de ti, las nieblas, las penumbras
de anegadas orillas, los silencios
del austral continente del olvido.
Dentro de ti, la corza de la ausencia
al pie del arcoíris del recuerdo,
el ademán que filtra la nostalgia
sobre el largo sollozo de las sombras
y tus hombros, al pairo de mi frente,
con todos sus armiños desplegados.
Noche blanca interior, amiga mía,
escaladora de mis altas sienes,
para que sea yo tu propia luna
cierra mis valles y ábreme tus lirios.
26 de junio de 1943
Pedro García Cabrera