XII
Me reconozco en esta niebla pura
más que en mí mismo. Su ovejita blanca
tiene franquicia para andar mis horas,
para pensar conmigo tus mesetas,
para leer en ellas tu alto gozo
con un vocabulario de molinos.
Me siento en tu llanura interpretado
desde la vena última hasta el río
que cruza bajo el puente de tus ojos.
Y en esa niebla pura de la ausencia
vive tu voz, su polen de ternura,
como bajo una tienda de campaña.
Y todo yo, contigo, me distancio
sin echarme de menos. Me trasiego
a climas hondos que hacia ti me acercan,
quedándome insinuado solamente
en la verdad del cuerpo que me anima.
5 de julio de 1942
Pedro García Cabrera