GRANITOS DE ARENA
XXXIX
Por su esfera sin números ni horario
el estío circuye tu corola
y mi cuerda de sangre va cosiendo
a tu mudez mis golondrinas rotas.
Ellas, luego, de vuelta, me repiten
las campanas ardientes de las horas,
y tus rítmicas aspas me voltean
y en mi frontón tu soledad rebota.
Me las oigo crujir celdas abajo,
remontar los pinares de mis lomas
y caer como piedras en un lago,
despertando en mi azul saladas ondas.
Las oigo, sí, las oigo en mi silencio
dilatar sus redondas caracolas,
buscando unas cortinas que me llueven
los húmedos cabellos de una aurora.
Y se vuelven a ti como llegaron,
pensativas, sedientas amazonas,
con las manos vacías crepitando
el gesto de sus cardos en derrota.
No son iguales, no, no son iguales
las golondrinas rotas de las horas.
Pedro García Cabrera