HIJA DE TU EXISTIR
Mirando siempre adentro,
imantada hacia el polo de ti misma,
resuelta a ser razón indiscutible,
voz auroral y corazón de acero.
Y así nada te falta ni te sobra.
Tus galerías dan el mismo signo:
un nido de horizontes donde duerme
en despoblada soledad tu mole.
Tú misma, mar.
Domada por el freno de la roca,
estrella y teoría. Tan serena
que serás una y siempre en tu infinito
vivir de siglos de tu actual figura.
Pedro García Cabrera