LIQUEN 23
Allí están recordando
con su quiero no quiero
las barcas.
Las barcas
que tienen un mismo tocado
en el puerto
y uno distinto
para cada borrasca.
Allí están indecisas
con su quiero no quiero
las barcas.
Las barcas
atadas por las narices
de las anclas.
Con su quiero no quiero
se están sacudiendo
olitas las barcas.
Olitas traviesas
que quieren subirse a las jarcias
y dar en el aire
vueltas de campana.
No quiero, no quiero, no quiero,
—afirman las barcas—
podéis destrozarnos
la sal y la espuma
del alma.
Pedro García Cabrera