EL DIENTE DE LECHE
Iluminó la noche
tu primer diente de leche.
No hay diferencias
entre Luna y Fiebre.
Todos aman
tu diente de leche,
Que crece feliz
junto a una taza de sol.
Asoma su cabecita
el primer muro de palacio,
y a pesar de no ser blanco
(porque es sólo de leche),
una tenue nube
posa sobre tus labios invernales.
Creo que hoy celebraremos
la llegada, hijo, el primer momento,
como cuando la sangre
fluyó por tu cuerpo.
Es importante tener un diente en esta vida, hijo.
Todo se convierte alguna vez
en momentos
y la manera más fácil
de ser recordado para siempre
y no ser lastimado,
es llevando puesto un gran diente blanco,
montado cerca de tu sonrisa,
como algo vivo, eterno,
con el filo puesto en la extremidad.
Es verdad que uno tiene dos ojos,
pero un solo diente basta para demostrar
la teoría del Universo,
de la Generación Espontánea,
de la célula que se apostó sobre tu puerto.
Ya habrá tiempo para seguir
fabricando dientes.
Hoy, sólo nos ocuparemos
de éste, tu invento.
Waldo Marcelo Mallea Hernández