Cautiva tengo la premura aquella
germinada por ti, de madrugada.
Cuando acercó, anhelante, cautelosa
belleza y paz, hasta la almohada.
Allí nació este amor pequeño
luciendo estandarte diminuto
de sueño fugaz donde tu imagen
insiste tenaz, alma de estrella,
fronterizado en el sentimiento.
¡Ojo abierto, corazón tumbante!
¡Puño al pecho, celestial
alumbramiento!
Brisa de agosto, una plegaria,
el sonido a cristal
en cuerpos quietos...
¡Grandeza amor, pureza transparente!
¡Noche diseminada en mirada ausente!
¡Música! en la estepa de los besos,
caricia, sigilosa, invadiendo,
invadiendo, invadiendo...
Entonces, ¡cierro las ventanas
por no tiritar de soledad
en la piedad
de los recuerdos!
Rubén Manuel Boronat