No debe confundirse una emoción del alma
Con un deseo de extinción que vuela
Hacia otro cuerpo, frontera del narciso
Que a ciegas busca el fuego y se extravía
—¡oh gran desolación!— sobre el desierto helado
—de su rostro en la fuente.
Fernán Núñez (Córdoba), 1993
Carlos Rivera Ortiz