Agarro mi propia esencia
Como un puñado de arena en las manos.
Cuanto más me aferro,
Más se derrama entre mis dedos.
Y es solamente cuando suelto,
Cuando alcanzo a ver los pequeños destellos
De mis pensamientos muertos.
Asfixiados, oprimidos, incrustados
En la piel de los anaqueles de mi memoria.
Lavo mis manos en el agua salada
De la palabra,
Para volver a coger a manos llenas
Puños de arena de mi sustancia.
Pablo Ruoppolo