LO ÚNICO QUE CUENTA
Febrero. Calor insoportable. Cielo limpio. Oscuridad absoluta. Estoy sentado en una de esas sillas playeras, de lona, que tienen impreso sobre el respaldo la marca de una cerveza. Pero estoy bebiendo vino y fumando. No tengo idea porqué pero pienso en mis últimos años. Demasiados problemas. No es que me importen pero son demasiados, me repito. El croac de una rana se mezcla con la voz chillona de un niño que se mezcla con la voz de una mujer que habla de cómo le quedaron las milanesas. La voz chillona de la mujer que habla de cómo le quedaron las milanesas se mezcla con la voz de un tipo que le responde no sé qué de un grupo de parodistas. Febrero. Calor insoportable. Vacaciones en familia. Sin percatarme el cigarrillo se consume entre mis dedos. Comienzo a sentir la proximidad de la braza. Caigo en la cuenta que estoy vivo. Lo dejo caer sobre la arena. Aspiro hondo. Enciendo otro cigarrillo mientras me repito estoy vivo. Y eso es lo único que cuenta.
Nelson Díaz