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Esas joyas, esas piedras preciosas
¿en qué lugar de tu alma?
Ese niño moribundo, hambriento
y sin saber qué pasa, deambula
por corazones en sombra. Y nada.
—¿Por qué viniste, niño,
a esta región sin alma?
—Yo no vine, me trajeron;
estaba bien donde me hallara.
Juan-José Reyes Ríos