LA BRISA TRISTE DE AQUELLA TARDE
La brisa triste del invierno pasado
ha venido a mecer de nuevo las ramas
del manzano,
cordialmente, llenas de elegancia,
adornan un sincero instante de mar,
todas, entrelazadas y llenas de armonía.
Recuerdo esta brisa, tarde de ayer,
dulce mariposa de colores mirando
tus ojos, diluyendo tu corazón en la
tinta de un poema.
¿Recuerdas, amada mía, la tarde aquella?
Tarde de soledades y tristezas varias,
tu mano, inclinada en el vacío, esperando
una leve caricia de mi mano,
caricia prolongada y ya extinguida,
desafío inherente entre Dios y la nada,
surtidores de plata, y tu mundo y el mío...
aquella tarde en la que te besaba...
¡Qué brisa entonces la de aquella tarde!
Consumiéndote sola, tu belleza anduve
con pasos decididos, y risas estridentes,
y labios de otros labios, se pierden en el tiempo...
... tú no estás en tu ventana, ya casi te olvidé,
entre copas y almohadas y abrazos de la gente
que hallé en el camino.
Yo te amé, tú bien lo sabes, tú me amabas,
en fin, hoy todo ha terminado.
La brisa triste del invierno pasado,
ha venido a mecer de nuevo las ramas
del manzano.
Juan Miguel Melgar Becerra