LA BELLA Y EL LADRÓN
A Edith
Me saludas como si fuera tu ladrón
como si al mirarte
se me saliera el corazón
a cantar boleros tristes.
Yo sólo te miro, sin morirme
y sin cantarte:
te miro porque espero
se digno de un saludo.
Después me miras como si quisiera
robarte el corazón
y viniera
a robarte el mundo.
Yo sólo estoy como invisible,
sin enunciar algún suspiro
que te sea inoportuno,
sin reír de las alas que te hiciste.
Más luego te vas y te despides
como si tuviera algo tuyo:
pero yo no te robé el saludo
que tú misma me diste.
Jorge Antonio Pérez Hernández, 25 de noviembre de 2002