Vanas luces controlan y guardan nuestras vidas
tras pantallas que emiten inútiles mensajes
disfrazados de imprescindibles sueños.
Son los nuevos demonios
con su dulce anestesia
de engañosas palabras
en cascada sin fin,
con su loco bombardeo de imágenes
ocultando el vacío
que conforma la noche oscura.
Distraen de lo esencial:
sentir que tiembla la mañana
en la nevada del almendro
y en el zumbido de la abeja,
gustar de la memoria de los días gozosos,
escuchar el susurro de la leña al arder,
aprehender la sabiduría
en la canción del grillo
y alcanzar la raíz de nueva nada
al leer el silencio.
Jesús Aparicio González
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