PRADERA
No puedo rajar
la bóveda que nos
cubre
al paso
de las estaciones.
Ni por ti,
ni por mí.
Puedo crear
vías
y contigo
instantes
perpetuos.
Enraizado
en un cenagal,
beso con mis pestañas
tu ombligo,
tornándolo
bello prado.
Veo en tus ojos
el candor de
la niñez,
la madurez
que muchos se
suponen,
la alegría
de vivir.
Compartimos
el cálido abrazo
de la complicidad.
Y con la mejilla
en el raso,
tu mirada y la mía
enfrentadas
claman amor.
Asumiendo
nuestro papel,
unidos
en nuestra causa,
Al amparo de la bóveda.
F. Javier Gil Segura