ALARIDOS
Clama al cielo
por un cigarrillo.
Una bocanada de muerte
a largo plazo.
Sus manos,
ensangrentadas tras
una larga noche
de contienda físico-emocional,
protegen sus magullados pies
del contacto con el suelo
impasible.
Ladran las sombras a
oídos delicados,
y estos lloran
gestos de desesperanza.
Hoy,
el amanecer trae de vuelta
gastadas sensaciones,
y nuevas formas de sentir
que el nuevo día
amanece puro.
Sin embargo,
la pulcritud cristalizada
es frágil y perecedera,
y creo poder oír
el rumor del río
viniendo hacia mí,
deseoso de arrastrarme
a las aguas más turbias
y viciadas
de mi mente.
F. Javier Gil Segura