ADIÓS ABUELO
Adiós, Manuel.
Adiós al avión con turbulencias,
adiós acompañante del paje real,
a las tardes de verano de casa
al campo de golf,
y del campo de golf, a la gasolinera.
Fuiste un padre cuando no tuve otro.
Adiós a las visitas en la ciudad condal,
adiós a intentar sacarte regalos,
a finales de tenis, anónimas,
que de tu titubeante mano
tenían gracia.
Adiós a interminables y tortuosas
deambulaciones al mar.
Cómo temblabas
maldito.
Cuánto maldecías
incluso a tu propia sombra.
En especial
a tu propia sombra.
Que admirable humor...
Para todos habrás sido un chulo
pero conmigo has sido lo mejor
que podías ser,
lo mejor que han sido.
Adiós abuelo.
Prometo un trago,
a tu salud.
F. Javier Gil Segura