HIJOS DE LA LIBERTAD
Hijos de la libertad, nos decían
para que nos sintiésemos orgullosos de ellos
y nos insistían cada día para que les votásemos.
Primero venía uno y nos decía
que había que ir a la guerra para defender la paz,
el siguiente nos instaba a un proceso de paz
para ir a la guerra.
Nos agolpábamos en las universidades
pero no para defender nuestras ideas
sino para aprender las de ellos,
pronto parecíamos un hormiguero,
todos juntos, apiñados
en busca de un título para nuestra pared.
Luego hacíamos cola para cobrar el paro
y nadie decía nada, sólo nos preparábamos más.
Como no teníamos pobres
los trajimos de fuera. Estaban hambrientos
y eran hijos de una cultura ágrafa.
Así parecíamos mejores.
No teníamos casas, ni dinero,
ni ideas propias,
salíamos a beber a las calles,
pero luego les resultó un problema,
dijeron de higiene, y lo prohibieron,
pero no se molestaron
en poner un servicio público.
Dijeron que el tabaco y el alcohol
eran malos y los subían de precio
para ganar más.
Los billetes de avión eran más baratos
y todos salimos a conocer otros lugares
pero allá donde íbamos todo era lo mismo,
aún así, nos agolpábamos
en las terminales de los aeropuertos.
Hijos de la libertad, nos decían,
borregos del mundo, peleles de la tierra,
esclavos del dinero, hacer lo que os decimos
para defender la libertad y la paz.
Javier Pérez-Ayala Huertas
Del libro El día mundial de la indiferencia, Javier Pérez-Ayala (ISBN.- 978-84-935080-0-5)