Los cuervos le avisaron
Ella corrió
vestida por el fuego
sacó sus uñas rojas
quiso saquear el
tiempo
(un reloj de hambre y miedo le
descontaba horas)
Volaron de sus manos
tapices bordaduras de pájaros secretos
vírgenes de yeso
que asustadas
no querían morir
Desbloqueó vidrieras manuscritas
voces apagadas su clarinete azul
Los cuervos merodearon
Su casa era una llama
ardían inocencias conjeturas presagios
Ardía
su corazón de sierva
el cajón de especieros
sus raíces
Nunca se doblegó
No quiso orar
Y se fue
Se fue lamiendo víboras
con una lengua
nueva
sin aliento
hasta encender espejos
más allá
de
la
luz
Ingrid Huet
Cantata para una hija difunta. Ed. La Trastienda. Colección Pez Volante. Santiago. Chile 2005