MUNDO BOBO
A mi queridísimo tío Adolfo
He llorado por dentro como un niño
que se sabe abandonado.
Un caudal de tristezas diminutas
me ha anegado el alma.
Las sonrisas perdidas en los parques
se rindieron a la vida.
No me queda más oxígeno que pueda
devolverme la esperanza.
A la sombra de los tiempos que corren
un reloj se detiene.
Un forúnculo gris venenoso
me emponzoña la vida.
El tic tac de las épocas prístinas
se ahoga en inocencia.
Un sin fin de preludios de muerte
me adorna la camisa.
La quietud del ocaso escuchada
gimiendo en los caminos.
De los hilos de voz que conservo
no me sale ninguno.
Estertoro el asfalto caliente
bajo un sol de justicia,
afincado en los años que quedan
por venir uno a uno.
La vergüenza del quiero y no puedo
me escupe cada día.
Un mendrugo de pan me alimenta
de sueños inconclusos.
El tenor de las óperas huecas
cantadas por los grillos,
embebido de aplausos repite
su fatídico número.
Mundo bobo de tanto girar
sobre un eje invisible.
Sucesión de cuestiones espúreas
que se creen transcendentes.
Un clonar de pasiones distintas
a sus células madre.
Un vivir sobre espejos opacos
que reflejan la muerte.
Más trasluz, que la niebla no impida
que la rueda se pare.
Más verdad, que la sabia prudencia
no baste a la mentira.
Más razón, que un idiota no siga
gobernándome el alma.
Más soñar, que mis sueños perduren
hasta el fin de mis días.
Gustavo Adolfo Medina