LA CANCIÓN QUE NUNCA DIRÁS
Al magistral F.G.L., en el centenario de su nacimiento
«La canción
que nunca diré
se ha dormido en mis labios»
F.G.L.
La canción que nunca dirás se ha dormido en tus labios.
Recordada y buscada por muchos en tu boca reposa.
Tiene ya un centenario sabor de deseo imposible.
En Viznar se oye el timbre estupendo de sus últimas notas.
La canción que nunca dirás, de arrayán disfrazada,
de sentida belleza jovial el camino corona.
Rastro ya de un vergel amarillo sus raíces fecundas
se alimentan del tenso rocío de las lágrimas rotas.
La canción que nunca dirás, parasol de mis penas,
busca un juego de niños sin padres, que en tu tumba remota,
cambian cromos por versos tintados de gitana amargura :
órfeos versos que desnudan el alma de las móviles rocas.
La canción que nunca dirás es un pozo sin fondo
al que nadie sondea por miedo a perderse en sus sombras.
Tiene un eco lejano de fiesta en un huerto sin flores
donde niñas desnudas sonríen a sus cuerpos sin ropa.
La canción que nunca dirás es un tálamo virgen,
donde muerta de amor e inocente la poesía reposa.
Gran legión de galanes pretende ocupar el espacio
que vacío dejaste de ausencia, y ella guarda celosa.
La canción que nunca dirás, sementera escindida,
tiene un pronto de recta virtud sin dobleces amorfas.
Generosa, la párvula madre que amamanta a su hijo,
de su chorro de leche florece tu sonrisa de loca.
La canción que nunca dirás ningunea inocente
en cadalsos de tercos verdugos que no entienden sus odas.
Ojos hay que persiguen su aroma con sentido errabundo
confundiendo el sonido de un arpa con el de una pistola.
La canción que nunca dirás descansa para siempre
en los ojos de Paco el Temprano, el niño de las modas.
De la enagua su son me dibuja tu perfil de poeta,
que redobla de muerte y se pierde en un requiem sin horas.
Gustavo Adolfo Medina