TARDES MUERTAS
Tarde de martes, tarde quieta,
tarde eterna, tarde burda,
que despierta a la alarma
de sonidos vibrantes e incómodos
que se vuelven dulces al descolgar
el aparato y oírte.
Llegas a una hora no muy avanzada
y mi corazón es puro entusiasmo,
no para de sonreírte y de pellizcarme,
mientras nos abrazamos amándonos.
Momentos mágicos en ese afortunado,
por ser testigo de este amor,
sitio, también desgraciado, por la despedida.
Felipe Evaristo Gómez Pescador