Pena.
Te vas y se cae el verano,
cae de los arboles, cae con mis lágrimas.
No te preocupes, él hace lo mismo
con las flores hermosas
cuando finiquita el tiempo florido.
Pena.
Al irte, y no poder verte entre horas,
tímida y callada o perversa y con descaro.
Ahora te veo, te veo entre morados y blancos,
entre columnas griegas, que me traen
hermosos recuerdos, entre mezquitas
y norias con palmeras, de gráciles formas,
entre naranjos del levante, y con todo lo que me rodea,
y es ahí, como siempre haces,
ahí cuando todo vuelves alegría.
Felipe Evaristo Gómez Pescador