HISTORIA DE LA NOCHE
Fragmento XXXVI
La partitura de una lágrima
delinea las fracturas de un faro
y confunde el embarcadero de mis sueños.
Algo está muriendo aquí.
He recorrido mundos difusos,
habitaciones cerradas por el tiempo;
en un vahído, he sido juez de la nostalgia,
pero sobre todas las cosas,
algo ha muerto
en los aposentos de mi capitolio.
La guardia se llevó al último pájaro,
sin lengua y sin alas.
Se lo llevaron para siempre
y nunca volverá.
¡Gritó y gritó!
Todavía,
lo veo pasar frente a mí
y sus gritos se resbalan en las paredes
como aceite y alambres enroscados
en una misma resina de desesperación.
¡No hay nadie más!
Ahora,
definitivamente,
no hay nada.
Elías Letelier