FUMANDO LA NADA (de un sueño)
Los viajeros del tiempo y del sueño
argonautas de ciudades de uranio
en sus cámaras y cápsulas de puros metales
alienígenas,
nos invitan auspiciosos,
—desollándose vivos,
prendidos de eslingas,
escarpias y ganchos adiamantados y asépticos-,
a sacarnos la piel como una vestimenta de hule
móvil,
mudable,
—en carneviva, exhibiendo sus venas violetas y carnes rosadas—
una monda sanguinolenta que eriza la razón
y mantiene erectos los pelos de la nuca.
Declino la invitación lleno de un mágico espanto.
Y observo y espero:
fumando pequeños pedazos de nada,
pesada
plomiza,
por boquillas de carbunclo y mangas translúcidas,
vivas substancias vacias, volátiles,
densa antimateria que se cuela hacia el alma.
De súbito llegan milicias seráficas
en una batida de lasers y espadas flamantes;
huímos entonces perseguidos por el aliento
y la sombra, infusos de espanto,
por los corredores de las ciudades de angustia
que pintara Chirico, solísimos claustros.
Despertar...
—Frío sudor de escalpelos-
con un sabor en la lengua y los labios
a terribles e inusitados narcóticos:
El corazón golpeando las sienes con pedernales y rayos.
Edgar E. Ramírez Mella