ÁRBOL PARADO AL BORDE DE LA SOMBRA
"Nada es bastante real para un fantasma"
Enrique Lihn
Un frío de vértigos por los labios,
un frío sin nombre que recorre mis venas
se aposenta en los ojos,
un gélido aliento ha borrado mi nombre en su risa
y un alud de moradas escarchas ha sellado su boca.
Vestigios de catástrofes y naufragios hoy pueblan las noches.
Quedan las ratas sigilosas deslizándose
por las orillas de la oscuridad, que se rohe
las uñas en este ciclo de muerte, y nervios
quebrados de los marchitos y astillados sueños
desterrados ahora sí del paraiso.
Un árbol de pájaros y corazones que se pudre en el jardín de la memoria.
Un árbol parado al borde de la sombra
con ramas donde cuelgan las doncellas ahorcadas
donde pálidas brisas acarician los órganos líbidos,
vacios hoy de sentimientos.
Ateridos aullidos en las apretadas y desgarradas bocas.
Un golpe de aguas
barrunto de chispas, de pedernales y machetes,
desbordados los cauces negros del río mortuorio
que aniquiló las esperanzas paupérrimas y ya podridas.
(las agónicas nubes de las ciudades deshauciadas
auspician todo esa muerte promisioria del terror y la nada)
Recuerdo entonces los inolvidables aceros de su corazón.
y los dientes rotos contra el muro de las traiciones.
Como un pálido viudo sin vals ni primaveras:
un barco negrero con traficantes crueles
vaciando su carga humana en los acantilados
inhóspitos del dolor.
Todo este horizonte pintado de inmundicia
alimenta los días que nos quedan por morir
en este pais que juega a la traición y a la mentira
del nunca jamás —su eterna cobardía.
Putrefactas médulas sostienen los huesos del miedo.
Y yo sólo soy, nave sin regreso,
un terco peliador en medio de la noche
surcada de relampagos de balas y rabiosas navajas.
Edgar E. Ramírez Mella