A UNA JOVEN DE MAL CARÁCTER
Si fueran curvas suaves los enojos:
¡Qué enojos recorrieran tu figura!
Enojos en tus pechos, tu cintura…
Enojos cuanto en ti paran mis ojos.
Si fueran para amar tus labios rojos,
que no para el reproche y la amargura,
no hubiera en boca alguna más dulzura
que en esa en que se hielan mis antojos.
Hija del tedio, hermana de la cuita,
garganta de zarzales y de gayas
donde el viento más dulce se marchita.
No habiendo paz por lejos que te vayas,
—perdóneme Neruda por la cita—
me gusta cuando duermes… porque callas.
Diego Jerez