AGUA PARA TODOS
Mi tierra tiene sed y nadie escucha
su ruego secular de labios secos,
ni el grito del almendro cuando lucha,
ni el llanto del olivo, ni sus ecos.
Mi tierra eleva un canto de cigarras
al sol demoledor de mediodía,
que hiere como ardientes cimitarras
en rayos de perpetua tiranía.
Mi tierra busca el cielo con sus dedos
de troncos retorcidos y abrasados,
y crujen, despojados de sus credos,
higueras, algarrobos y granados.
Mi tierra es un solar de lagartijas,
de piedras castigadas y de espinos,
de manos que a otras manos fueran lijas
brotando de sus brazos campesinos.
Mi tierra es de sudor y de trabajo;
de sal, de sol, de espuma y piedras rotas.
Mi tierra llora en polvo cabizbajo
el cerco al agua impuesto por idiotas.
Mi tierra tiene el cuello perseguido
por manos de Aragón, por Labordetas.
La estirpe de Caín alza su aullido.
Mi tierra escupe fuego por las grietas.
¡Levanta el corazón de los espartos
y avéntalo sangrante en la garganta!
¡Levanta ya, terruño de lagartos!
¡Ay! ¡Levanta ya, Almería, levanta!
Diego Jerez