CASI NADA
Pendía mi vida
del hilo de tu mirada,
precario refugio
casi nada.
Colgué mi orgullo
a las puertas de tu ventana,
siempre cerradas puertas,
casi nada.
Tú volvías entre espuma de borrasca,
casi, casi sin aliento,
como se velan los muertos
en silencio esperaba,
casi nada.
Inventé un arco iris,
lavé los colores en la inquieta playa,
no lo viste,
tú no estabas,
casi nada.
Ahora recobro
vida, orgullo,
mi arco iris, mi playa,
te pierdo a ti,
casi nada.
Concepción de Quesada y Loynaz