PACTO ROTO
Usaba prestarle
las alas hermosas
del ángel de mi guarda
a la nave que traía
el amor de regreso a casa.
Así una vez, otra,
fatigado mi ángel
de ti también cuidaba.
Un día muy serio dijo,
no llores esto se acaba,
el amor regresa,
pero a la vez se queda allá en otra playa,
más allá de tus ansias.
Entendí sus palabras,
supe que mi puerto
era el puerto seguro,
como el camino para volver a casa,
que ni miramos para saber,
si tiene algo nuevo,
o le falta.
Sólo basta que sea el camino
de regreso a casa.
Lloré en su hombro,
mi ángel me cobijó con sus cansadas alas.
Bajito le dije: desde hoy no te vas,
ni a nadie cuidas.
Sólo a mi tu me guardas.
Concepción de Quesada y Loynaz