6 DE OCTUBRE, 1931
—Así escribe el prodigioso poeta
Una alegoría que en el tiempo se dilata.
Escribe con la arena del asceta
Las líneas de una nueva vulgata—
Así los hombres prodigan las horas
En estudios, exégesis y traducciones,
En largos ensayos y en las agotadoras
Páginas de sus propias aboliciones.
Quieren descifrar lo que es indescifrable,
Penetrar con sombra en la oscuridad.
Pero no hay tal cifra, ni existe tal poema,
No existe del asceta la arena interminable,
Ni existe el hombre, ni su vanidad.
Sólo el poeta, sólo del dios la idea suprema.
César Lizárraga