MI ABUELO
Mi abuelo era un anciano
que peinaba de nieve el pelo cano.
Un sabio y santo arcano
dormía en sus pupilas y en su mano
temblaba suavemente
un pálpito afectivo intermitente.
Era vasco de nombre y de apellido,
era vasco en su noble orgullo herido
y cuando me miraba
lucía una sonrisa en su mirada.
Un día pregunté ingenuamente.
—¿De qué estoy hecho yo?
Fue de repente.
Me sonrió mirando de soslayo
las rosas que esparcía el mes de Mayo
y dijo bondadosa y dulcemente:
—Estás hecho de espejo solamente.
De espejo de borrascas y tormentas
cuando en la tempestad tú te amedrentas.
De espejo de alegría y de consuelo
cuando luciendo el sol, alegra el suelo
y el ruiseñor cantando emprende el vuelo.
De espejo de dolor y desconsuelo
cuando una enfermedad causa tu duelo.
De espejo de tristeza y sacrificio
cuando ingenuo recaigas en el vicio.
De espejo de esperanza y de bonanza
cuando el amor por ti bata su lanza.
¡Estás hecho de espejo solamente,
donde se mira Dios constantemente!.
Mi abuelo me besó tan tiernamente
que una lágrima cayó sobre mi frente.
Carlos Etxeba
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