Aferrarse al tiempo
significa restringirse uno mismo
pues pasará, inexorable y altivo,
en busca de los pasos que nos presta.
Además, esa falaz huella
que nos sacude a diario emborrachándonos de vida,
ese rancio licor viejo añejado en nuestro pellejo
y el cristal opaco en que nos lo bebemos
son sombra y amenaza,
recuerdo de lo que fuimos.
Pero esta noche el resto de mi copa
es una sencilla emoción,
un trago corto que le doy al alma
al recordarte y compartir contigo
esa impune manera con que te entregas
a la tarea de vivir la vida
sin sangre,
sin pudor
y sin infierno.
Madrid, 19 de noviembre de 2004
Bernardo Bersabé