De mirar tus ojos que me canse el día no llega,
pues muéstranme del paraíso el reflejo claro,
como mi campo andaluz glorioso en primavera,
donde los colores juegan bajo un sol dorado.
Y sus flores hacen que de su olor me envuelva,
huele a ternura y a caricia, a deseo y a beso;
huele a la nube que el arcoiris atraviesa;
huele como el surco que deja en el mar un velero.
A ti... al aroma de tu cuerpo,
como huele el aire cuando mueve las hojas,
A ti... al aroma de tu cuerpo,
como a una luz que surge entre las sombras.
De los tonos de tu cielo se tinta mi risa ;
y río en verde y rojo, río en amarillo y rosa;
la sonrisa en mi boca sabe a blanco y sabe a lila;
azules saben mis labios cuando brota estrepitosa.
De mirar tus ojos el día no llega que me canse,
de la belleza que se me presenta me hallo prendida;
a esa hermosura nada humano hay que la equipare,
pues de tus entrañas mana gracia divina e infinita.
De la esencia que en tus ojos mi alma respira
se embriaga mi pecho; y de tu ser no me emborracho;
que si de placeres y gozos ando yo ya desprendida,
¿cómo es que de tu amor yo no me sacio?
Ana Rodríguez