LAMENTACIÓN
En el valle era la noche
madre sumergida con el lago a la cintura.
Por la boca negra del destierro
fueron dados nombres a las barcas
en la caligrafía de las flores.
Anduve los muelles,
busqué un nombre que en pedazos
se pareciera al mío.
No hubo.
Y para callarme las alondras
excavé la tierra con los párpados
dispuesta a encontrar el nombre grave de la piedra
pero de los muslos de la madre ensangrentada,
era una mujer que no era yo la que nacía.
Adelaida Caballero