METALENGUAJES
Las horas más altas se sobreviven solas, a lo lejos.
Memorizar el óvalo perfecto de su voz
aproxima caracoles a mi oído,
música en lenguas extrañas para dormir en vuelo solitario
a los que se revuelven bajo tierra.
Desde una habitación semivacía a siete horas luz de esa ciudad
donde aún se escucha entrecortada,
la respiración de los
relojes, caen despacio las fotografías
:mi cara es su cara dormida, eso que no puede ver
y que lleva dentro de los ojos, como una palabra o un proverbio
en el alfabeto de los iris.
Adelaida Caballero