EL SOL DE MAYO
Ese sol que candente reverbera
Sobre el campo a sus fuegos abrasado,
Y el joven lirio del vergel tostado
Deja, y seco el arroyo en la pradera;
Allá en el risco de montaña fiera
Bajo marmórea nieve sepultado,
Torna en arroyo el témpano apretado
Que fecunda espumoso su ladera.
Tú, sol de amor, que en la mitad de mayo
Alzas sobre mi fúnebre horizonte
El fuego que me abrasa y me ilumina!...
Que tu faz no me esquive un solo rayo;
Era mi corazón nevado monte:
Hazle, ardiendo sin fin verde colina.
15 de Mayo de 1849.
Nicomedes-Pastor Díaz y Corbelle