III
PALABRA
No ella a Ti, sino tienes a la muerte
brezándola en tus brazos. Le entregaste,
como cebo, tu carne, y a tu astucia
rendida, fue tu presa. Tu pusiste
a la puerta del reino de la Muerte, II Reyes XIII, 21.
y al tocar tu cadaver, Eliseo,
vuelven a vida los que ya vivieron:
que es de final resurrección la cuna
tu leño, antaño de la Muerte féretro.
Tú con tu muerte afirmas nuestra vida; Juan 1:14.
tu silencio es un sí que llena el cielo;
Tú eres siempre el mismo, inalterable,
porque los otros todos en Ti encierras,
Tú, el Hombre, idea viva. La Palabra
que se hizo carne. Tú; que la sustancia
del hombre es la palabra, y nuestro triunfo
hacer palabra nuestra carne, haciéndonos
ángeles del Señor. Verbo ya carne
moraste, Jesús nuestro, con nosotros
par hacer nuestras carnes pecadoras
verbos que el cielo para siempre habiten,
y tu muerte en el leño fue la prenda
de la resurrección de nuestros cuerpos.
Miguel de Unamuno