III
CABEZA
E inclinando la cabeza...
Juan XIX, 30.
Sobre tu pecho la cabeza dobles
cual sobre el tallo una azucena ajada
por el sol; dobla tu frente ebúrnea
de la ciencia del mal la pesadumbre.
Tu rostro como oculto y despreciado
con la vergüenza del común linaje.
Dormido de dolor sufres del mundo
todo el pesar. El mal que obran los hombres
sólo Tú en sus raíces lo conoces,
y a Ti te pesa, pues que te lo apropias
con tu visión de su más honda peste
—pues se hace el alma aquello que conoce—.
Con tu visión de amor a cuyo atisbo
nada se escapa, envuelves al pecado,
y al perdonar al hombre de su culpa
no te perdonas a Ti mismo, el único
hijo de Hombre de pecado libre,
mas el único, Tú, que lo comprende.
Y así tomaste sobre Ti el pecado,
del bien y el mal la triste ciencia amarga,
la que te hace ser Dios siendo al par hombre,
pues te has hecho pecado por nosotros, II Corintios V, 21.
y el cielo pueblas de almas que le arrancas
al mundo, de energías al ladrón.
Miguel de Unamuno