CIX
TODO PASA
La tierra roja, el cielo añil, culmina
el sol desnudo en el zénit y asesta
sus dardos; es la hora de la siesta;
se einpardece el verdor de la colina.
A la redonda sombra de la encina
inmoble y negra, inmoble se recuesta
el negro toro, y una charca apresta
su espejo inmoble de agua mortecina.
Como un esmalte, de la calma al horno
recién fraguado, la visión se agarra
y en el espacio es de quietud adorno;
mas ¡ay! que siempre eternidad nos marra,
pues pregonera del girar del torno
del tiempo canta instantes la cigarra.
Salamanca, 2-XII-1910.
Miguel de Unamuno