XCVII
ἈΥΘΆΔΕΙΑ 1
A ELLOS
Dejadme solo, que no quiero bandas;
menos si de ellas me queréis caudillo,
pues sé muy bien que empañaréis mi brillo
con vuestra sombra. Un potro son las andas
que me ofrecéis, aun cuando lleven randas
de oro y laurel. No quiero de argandillo
servir para el devane del ovillo
de vuestras viles pasioncillas blandas.
Solo y señero, que éste es mi castigo,
y en mi castigo busco mi consuelo;
solo y señero y pongo por testigo
a Dios, que mientras pese aquí en el suelo
a Él, que me aisla, quiero por amigo
y os emplazo a vosotros para el cielo.
Salamanca, 15-XI-1910.
Miguel de Unamuno
1 Ἀυθάδεια he aquí una palabra intraductible. No es orgullo ni vanidad, ni petulancia, es la complacencia que uno tiene en sí mismo y en sus obras. «Y dijo Dios: sea la luz y fue la luz; y vio Dios que la luz era buena». Gen. I., 3. 4. Y no digo más. (Nota del Autor)