XLII
INCREDULIDAD Y FE
Salmo XLII, 2; —Éxodo. XXXIII, 20;
—Marcos, IX, 25; —Marcos, IX, 24.
Sed de Dios tiene mi alma, de Dios vivo;
conviértemela, Cristo, en limpio aljibe
que la graciosa lluvia en sí recibe
de la fe. Me contento si pasivo
una gótica de sus aguas libo
aunque en el mar de hundirme se me prive,
pues quien mi rostro ve —dice— no vive,
y en esa gota mi salud estribo.
Hiéreme frente y pecho el sol desnudo
del terrible saber que sed no muda;
no bebo agua de vida, pero sudo
y me amarga el sudor, el de la duda;
sácame, Cristo, este espíritu mudo,
creo, tú a mi incredulidad ayuda.
Salamanca, 27-IX-1910.
Miguel de Unamuno