INCIDENTES DOMÉSTICOS
IV
El niño se creía sin testigos,
dibujando en el hule
que cubría la mesa;
trazaba en ella un tío primitivo,
al modo de los toscos
diseños de las cuevas en que el hombre
luchara con el oso cavernario.
Y mientras animaba
los rasgos del dibujo prehistórico
cantaba bajo:
—«Soy de carne, soy de carne, no pintado,
soy de carne, soy de carne, verdadero».
¡Maravilla del arte,
hacía hablar al tío
y proclamar su realidad viviente!
¿Hace acaso otra cosa
el Artista Supremo,
al recrearse, niño eterno, en su obra?
Miguel de Unamuno