SÍSIFO
χατά δ'ιδρώς
έρρεεν έχ μελέων, χονίη δ'έχ χρατός όρώρει
Odisea, XI, 599-600
Siglos de siglos la maldita roca
volteó, abrumado, hasta la cumbre Sísifo;
con el roce molíala, y en polvo,
que coronaba en nube su cabeza,
la iba esparciendo sobre el suelo el viento
que enjugaba el sudor que el cuerpo baña
del condenado. Y la montaña misma,
la de empinada cresta, se embotaba
como diamante a friega de diamante.
Vencedor del suplicio, está el soberbio
descansando —¡descansa al fin!— tendido
de una colina sobre el lomo suave;
con paz respira y en la mano tiene
un rodado pedrusco con que juega
como con una taba juega un chico;
y en el cielo sus ojos silenciosos
fijando sin recor, decir parece:
«Se acaba todo, ¡oh Jove, hasta la pena!»
[verano,otoño 1906]
Miguel de Unamuno