TUS MANOS
Son tersas como conchas nacarinas
que se sonrosan de carmines leves;
manos de inverosímiles relieves
que aman el fausto de las joyas finas.
Tienen candor de nieves matutinas,
candor que afrenta al de las mismas nieves,
y es tal su claridad que si las mueves
toda, con su fulgencia, te iluminas.
Son tan puras y suaves que al mirarlas
el más casto mirar puede mancharlas;
un cisne las pulió con su plumaje.
Y —rasgo eximio de elegancia suma—
las venas son cual diminuto olaje
de mar ramificándose en la espuma.
Miguel Rasch Isla