LA VISIÓN DEL DESCANSO
Un campo, una casita, unas fragantes
flores en burdos tiestos a la puerta;
una ventana al horizonte abierta
y en la casita un par de ojos amantes.
Eso lo que ambiciono en los instantes
en que es la ruta al porvenir incierta,
y en que a llenar el corazón no acierta
ni el mismo amor por que lloramos antes.
Para lejos del mundo y de los hombres,
no escuchar de las míseras ciudades
la inmensa voz ni los odiados nombres.
Y de toda ambición desposeído,
cultivar, en las hondas soledades,
en surcos de humildad rosas de olvido.
Miguel Rasch Isla