BESOS
V
EL BESO DEL ADIÓS
Era el instante del adiós: callaban,
y sin verse, las manos se estrechaban,
inmóviles los dos.
Almas que al separarse se rompían,
temblando y sin hablarse se decían:
«He aquí el instante del postrer adiós».
Doliente corno el ángel del martirio
ella su frente pálida de lirio
tristísima dobló;
quiso hablar, y el sollozo comprimido
su pecho desgarró con su gemido
que el nombre idolatrado sofocó.
Y luego, con afán, con ansia loca
tendió sus manos y apretó su boca
a la frente de él...
Fue un largo beso trémulo... y rodaba
de aquellos ojos que el dolor cerraba
copioso llanto de infinita hiel.
Él lo sintió bañando sus mejillas,
y cayó conmovido de rodillas...
Sollozaban los dos...
Y en un abrazo delirante presos
confundieron sus lágrimas, sus besos,
y se apartaron... sin decirse adiós.
Manuel María Flores