TÚPAC AMARU
I
—«Anciano, escucha y espera:
ya el instante se avecina:
de africanos y españoles
no quedará ni reliquia.
»Como brazo justiciero
a mí los cielos me envían:
soy redención y venganza
de una raza envilecida».
—«Oh Túpac, Túpac-Amaru,
detén el vuelo a tus iras;
indaguemos lo futuro,
el destino de los Incas».
II
A la corriente de un río
de torrentosa caída
lanza el Anciano tres llamas:
blanca, negra y amarilla.
Las llamas bregan y bregan
con la corriente bravía.
Surgen la blanca y la negra;
mas perece la amarilla.
III
—«¡Ay, Túpac, Túpac, detente!
No ha llegado aún el día:
triunfarán el blanco y negro,
sucumbiremos los Incas».
—«No hay oráculo funesto
si hay astucia y valentía...»
Dice Túpac, y se aleja
con sarcástica sonrisa.
Siguió a Túpac el Anciano
desde lejos, con la vista,
y —«¡Ay de ti, Túpac-Amaru!»
Melancólico decía.
Manuel González Prada