PRESAGIO DE CARBAJAL
I
Van camino a Sacsahuana
don Francisco y don Gonzalo,
este joven y arrogante,
viejo aquél y ya cascado.
Entre negras sombras trotan,
y, al tropezar del caballo,
carbajal fulmina un verbo
y se santigua Pizarro.
Solos van, sin escuderos,
y ora ponen freno al labio,
o con pláticas sabrosas
dan solaz al viaje largo.
—«Taciturno estáis, oh padre».
—«¡Bah! No es cosa: te presagio
que el Capellán, sin remedio,
nos cuelga pronto de un árbol».
—«Venceremos a La Gasca,
pues de Centeno triunfamos».
—«Antes que haberlas con curas
quiero haberlas con el Diablo».
—«¡Quiá! Seré Rey de las Indias».
—«No serás ni Rey de bastos».
—«Desconfiado estáis, oh padre».
—«Eres un loco, Gonzalo».
II
Como espantadas ovejas,
van dispersos por el campo
los ya vencidos parciales
del insurgente Pizarro.
Mas, cual leales, no todos
en lid de buenos lucharon;
que el traidor a su Monarca
fue de viles traicionado.
Sin esperanza, perdidos,
ya de aliento y fuerza escasos,
en un ciénago se avistan
el Mancebo y el Anciano.
Silencioso y abatido,
baja la frente Pizarro;
mas Carbajal, iracundo,
lanza ternos y venablos.
—«¡A la horca los traidores!»
Murmuran gritos cercanos;
y el Demonio de los Andes
dice con sorna a Pizarro:
—«Me huele a cáñamo puro,
y si aquí no tercia el Diablo...
Responde, Rey de las Indias,
¿se cumple o no mi presagio?»
Manuel González Prada