EL PÁJARO CIEGO
I
Era un Pájaro de nieve:
con su inefable cantar,
derramaba en tristes pechos
alegría sin igual.
—«Pájaro, el Inca murmura,
tu canción me atedia ya:
siempre cantas alegrías,
nunca lloras el pesar.
»Lanza quejas doloridas,
porque sufro negro afán,
porque siento una amargura
melancólica y mortal.
»Canta canciones que aumenten
mi congoja más y más,
que yo gozo en mi tristeza,
que yo gozo en mi penar».
Mas el Pájaro de nieve,
sordo al mandato real,
canta siempre la ventura,
pero tristeza jamás.
II
Murmura un viejo Cacique:
—«Rey, al Pájaro cegad,
y con lánguida tristeza
su canción exhalará».
Ciego, el Pájaro de nieve
siente y sufre pena tal,
que, si fue de blancas plumas,
es de negras plumas ya.
Canta dolor y amarguras
con tan lúgubre cantar
que, a su voz, las fieras lloran
y se quiebra el pedernal.
Todos cierran los oídos,
todos huyen y se van:
el oír los tristes cantos
es gemir y agonizar.
La hija tierna del Monarca
oye el canto sin igual,
y solloza, y se adormece,
y no despierta jamás.
Prorrumpe el Inca, estallando
con la voz del huracán:
—«Pronto al Pájaro la muerte,
Pronto al Cacique cegad».
Manuel González Prada